miércoles, 18 de junio de 2014

Y así llegó mi enano

En el post El Embarazo (2a Parte) expliqué mis nueve meses, cuatro de ellos como embarazo de riesgo. Dejé por explicar la parte más bonita de todas, el día que nos vimos las caras el enano y yo.

Como todo estaba programado pasamos por ingresos, nos subieron a planta y nos dieron una habitación que si todo iba según lo previsto sería la definitiva una vez nacido el bebé. La habitación 713.

Nos dijeron que en breve pasaría el médico de turno a hacerme la eco y que en función de como estaba me quedaría allí esa noche o me mandarían a casa. Me pusieron las correas para hacer seguimiento del bebé y de mis contracciones. Reconozco que llegados a ese punto yo ya quería ver a mi niño así que una parte de mí esperaba que siguiera en la misma posición y podernos conocer al día siguiente aunque el precio fuera una cesárea. Además el dolor de pies, piernas y espalda que yo tenía a causa de la retención de líquidos me superaba y en más de una ocasión los últimos días me sorprendí llorando de impotencia, ya apenas podía caminar.

El chico llegó (sí, chico, porque era más joven que yo y casi diría recién salido de la facultad) en una media hora, era muy simpático y nada brusco. Me hizo la eco y parecía que el enano se había vuelto a mover pero no estaba encajado tampoco, esta vez estaba en diagonal por explicarlo de alguna manera, su hombro estaba encajado en el canal de parto. El médico dijo que él me mandaría a casa a esperar pero que no lo tenía claro y que iba a consultarlo.

En ese momento una parte de mí pensó "Genial, podré vivir la gran experiencia" y otra pensó "si tengo que seguir así por más tiempo me hundo".

Vino otro médico, este ya se veía más mayor y experimentado. Hizo otra eco para valorar y me dijo que en la posición que se encontraba bien podía terminar de encajarse o no hacerlo dado que según la eco apenas había líquido amniótico para hacerlo. Pregunté garantías y me dijo que ninguna, no había forma de saber si se movería o no y de hacerlo que fuera en la posición correcta. Podía ponerme de parto y de seguir así todo acabaría en cesárea de todas formas así que decidí: mi hijo nacería al día siguiente. A los nueve años tuve un accidente con un patinete de playa, diagnóstico perforación del intestino grueso. Por esto he tenido siempre una cicatriz que va desde el ombligo hasta la línea del bikini. Cuento esto porque el médico me dijo que podían aprovechar esa cicatriz para la cesárea y así no tener que hacer una nueva, evidentemente dije que sí, total a esa cicatriz ya estaba más que acostumbrada y hacerme otra como que no... así que me harían la cesárea como las hacían hace unos años, en vertical.



Me quedé ingresada con mi marido haciendo compañía, hablamos, reímos e imaginamos como iba a cambiar todo en cuestión de unas horas. Me subieron la cena pero yo estaba muy nerviosa para comer y sinceramente la comida de hospital no me apetecía nada. Me dejaron un camisón especial y una lavativa que debía ponerme antes de las siete que sería cuando me vendrían a buscar dado que iba a ser la primera en ocupar quirófano.

Conseguí dormir hasta las tres de la madrugada que me levanté para ir la baño y a partir de ahí ya me fue imposible. Me pasé las horas siguientes con el móvil leyendo y escuchando música, y nerviosa, muy nerviosa.

Por fin eran las seis, fui al baño a ponerme la lavativa y el camisón especial y luego me tumbé a esperar que vinieran a por mí mientras pasaba el rato hablando con mi marido. Se suponía que pasarían a las siete pero no fue el caso, ya nos advirtieron que no iban  a ser puntuales según las urgencias que hubiesen entrado esa noche. En eso que llegaron mis padres y a los pocos minutos mis suegros. La llegada de mis padres la esperaba, de hecho soy de esas personas que tener cerca a mis padres en momentos así me tranquiliza, así que lo agradecí. Por el contrario no contaba con mis suegros hasta media mañana que sería cuando nos subirían a la habitación con Ferran ya nacido. No se me entienda mal, yo me llevo muy bien con ellos y les tengo mucho cariño pero hay veces que me superan y necesito espacio, aquella mañana era una de esos días. Para colmo se presentan allí ambos resfriados como si nada. Mi marido les dejó claro que nada de tocar o acercarse al niño estando así y no tuvieron otra que asentir.

Por fin llegaron los camilleros, me despedí de todos incluido mi marido, con el que me encontraría ya en quirófano una vez estuviera todo listo. Me bajaron en un ascensor y al llegar abajo me ponen en manos de una enfermera la cual para mi sorpresa resulta ser una compañera mía de instituto a la que hacía años que no veía. Esto me calmó un poco los nervios ya que estuvimos un rato hablando y no tuve que pensar en lo que venía a continuación. Ella me dejó en la sala de reanimación junto a otra mujer que estaba allí por una operación de rodilla y que al saber que iba a ser mamá no pudo evitar alegrarse y darme los consejos de turno. Allí estuve un buen rato, exactamente no sé cuanto pero se me hizo eterno.

Un hombre se acerca, me dice que es el anestesista y que vamos hacia el quirófano a poner la epidural. Llegamos, me trasladan a una especie de camilla y me hacen sentar en plan indio sujetándome los pies. "El pinchazo te va a doler y cuando pase el líquido notarás escozor pero no debes moverte, es muy importante, después entrará tu marido" dicho y hecho, dolió, escoció y finalmente pasó. Poco a poco noté un hormigueo que me recorría las piernas y en cuestión de minutos dejé de tener el control sobre ellas. Me tumbaron y me pusieron los brazos en forma de cruz, me tenían monitorizada todo el rato y al bebé también. Recuerdo sobre todo el frío y los escalofríos que recorrían mi cuerpo de tal forma que tenía algunos espasmos. La matrona se me presentó y me dijo que estaría allí en todo momento vigilando al bebé y que se encargaría de él cuando naciera, muy amable me preguntó si prefería poner alguna cadena de radio especial y propuse rock fm, me hizo gracia saber que iba a estar escuchando música en aquel momento. Por fin llegó mi chico, que ganas tenía de verlo con lo nerviosa que estaba, le dijeron que se pusiera junto a mí sentado en un taburete. Me dijo que habían pasado varias horas y que eran las diez de la mañana. 

En minutos empezó a entrar el equipo necesario, poca gente para lo que yo me había imaginado. Nos dijeron que el bebé nacería en diez minutos aproximadamente y que nos lo darían, luego tardarían una media hora en coserme y demás. Y así fue, nos vino el olor característico de carne quemada que dejaba claro que me habían abierto y en minutos noté una fuerte sacudida que me movió entera y entonces un breve lloro, más parecido a un maullido de gato que al llanto de un bebé. "¡Ya está aquí!" dije mientras lloraba y miraba a mi marido llorar de alegría. Mi enano nació a las 10:20 de la mañana del 10 de Enero de 2014. Midió 51 cm y pesó 3,460 kg. Tardaron segundos en taparlo, la matrona lo trajo para que el papá lo cogiera y lo pusiera a mi lado. Como yo no podía moverme, mi marido lo sostuvo todo el rato cerca de mi cara desde donde podía hablarle y besarle, era lo más bonito que había visto nunca. Tenía un color rojito, poquito pelo, abría y cerraba los ojitos con esfuerzo y lo que más nos sorprendió es que no paraba de bostezar. 

En el quirófano hacía frío así que lo teníamos tapadito y con su gorrito, como aún no lo habían limpiado ni nada estaba desnudo bajo las mantas. Recuerdo que se destapaba los pies al moverlos y mi marido, novato total, le dijo a la matrona (la cual no se movió de al lado nuestro por si necesitábamos algo) "oiga se ha destapado la pata" como si de un cachorro se tratase, todos se rieron XD y no lo entendáis mal, es que nosotros tenemos perros y lo más cerca que mi pareja ha estado de algo tan pequeño es de nuestros perros cuando eran cachorritos así que era la costumbre. Nos quedará siempre como una anécdota de aquel maravilloso día.

Otro increíble recuerdo que casi parece que me lo invente pero juro por mi enano que es cierto es que en el momento en que noté que lo sacaban y lo oímos llorar por primera vez sonaba en la radio una de mis canciones favoritas, una canción que usamos como entrada el día de nuestra boda y que para nosotros es muy especial, el Sweet Child O'mine de Guns N'Roses. Fue un momentazo, la verdad, y ponerle banda sonora no tuvo precio.

Pasó un rato, no sé cuanto y por fin nos sacaron de allí. Como tenía la tensión baja y aún estaba con el efecto de la anestesia me dejaron en la sala de reanimación, en principio papá y el enano iban a quedarse conmigo pero en la sala había más gente de la esperada y nos dijeron que era mejor que subieran a la habitación. Así que les dí un beso y para mi desgracia tuve que quedarme allí sola. Mi marido con el enano en brazos subió acompañado de un enfermero hasta la habitación donde los esperaban los abuelos.

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